Pospuse esta traducción demasiado tiempo. Hace algunos años leí este demoledor artículo de Melissa McEwan y me pareció una de las mejores descripciones sobre la sociedad machista y misógina en la que vivimos. Desde hace mucho quería traducirlo de su lenguaje original, que es el inglés, para que más hispanoparlantes pudieran leerlo pero no había tenido el tiempo.
McEwan es autora del blog feminista Shakesville, en el cual lleva ya varios años publicando textos sobre el tema. El artículo original habla sobre la definición de lo conocido como “La cultura de la violación” y es una especie de resumen de muchos artículos que escribió con anterioridad. Cada afirmación de este texto está respaldada con un enlace en el que se ofrece evidencia de todo lo que se afirma. Como todos los textos a los que se enlaza están en inglés, decidí omitirlos, sin embargo, pueden leer el artículo original que fue publicado el 13 de febrero de 2009 y que mantiene todos sus enlaces intactos.
Con frecuencia recibo peticiones de definición del término “cultura de la violación”. Los mando a la entrada de Wikipedia sobre la cultura de la violación, la cual es bastante buena, y me gusta la definición del libro Transforming a rape culture:
Una cultura de la violación es un complejo de creencias que fomenta la agresión sexual masculina y apoya la violencia contra al mujer. Es una sociedad donde la violencia se percibe como sexy y la sexualidad como violenta. En una cultura de la violación, las mujeres reciben continuamente amenazas de violencia que van desde comentarios sexuales, contacto sexual, hasta la violación misma. Una cultura de la violación aprueba el terrorismo físico y emocional hacia la mujer como norma.
En una cultura de la violación tanto hombres como mujeres asumen que la violencia sexual es un hecho de la vida, tan inevitable como la muerte o los impuestos. Sin embargo, esta violencia no está ordenada ni biológica ni divinamente. Mucho de lo que aceptamos como inevitable es, de hecho, la expresión de valores y actitudes que pueden cambiar.
Pero mis corresponsales (ya sean novatos recién llegados al feminismo, avanzados feministas en busca de una fuente, o incrédulos de la existencia de la cultura de la violación), siempre parecen buscar algo más completo y menos abstracto: ¿Qué es la cultura de la violación? ¿Cuáles son sus fronteras? ¿Cómo se ve y cómo se escucha y cómo se siente?
No es una definición lo que buscan en realidad. Es una descripción. Es algo suficientemente sustancial como para alcanzarlo y palparlo, con toda su grotesca, agitada y amenazante fealdad.
La cultura de la violación es aprobar la agresión sexual masculina. La cultura de la violación es considerar la violencia como sexy y la sexualidad como violenta. La cultura de la violación es pensar en la violación como un cumplido, como la pasión desbocada provocada en un hombre sano por culpa de una mujer bella, causando el irresistible impulso de rasgar su corpiño o azotarla contra la pared, o contra un cerco de herrería o contra el cofre de un auto o jalarla del cabello o lanzarla contra la cama o cualquiera de un millón de imágenes de películas y programas de televisión y portadas de novelas de romance que insinúan que los impulsos violentos están inextricablemente vinculados con la sexualidad (heterosexual).
La cultura de la violación es asumir la sexualidad heterosexual como la norma. La cultura de la violación es agrupar la sexualidad queer junto con prácticas no consensuadas como la pedofilia y la zoofilia. La cultura de la violación es privilegiar la heterosexualidad porque imágenes ubicuas de dos adultos del mismo sexo en una relación igualitaria sin dominación ni sumisión de género socavan el racionamiento biológico (erróneo) para la existencia de la cultura de la violación.
La cultura de la violación es cuando la violación se utiliza como arma, como herramienta de guerra y genocidio y presión. La cultura de la violación es cuando la violación se utiliza como “correctivo” para curar lesbianas. La cultura de la violación es una cultura militarizada y “el producto natural de todas las guerras, en todas partes, en todas las épocas y en todas sus formas”.
La cultura de la violación es que uno de cada treinta y tres hombres son abusados sexualmente durante sus vidas. La cultura de la violación es promover que los hombres utilicen el lenguaje de la violación para establecer la dominación de uno sobre otro (“Te voy a hacer mi perra”). La cultura de la violación es parte omnipresente de la camaradería exclusivamente masculina. La cultura de la violación es la tremenda necesidad de una reforma de las cárceles de hombres, en parte porque la amenaza de ser violado en prisión se considera una aceptable forma de disuadir el crimen, y la amenaza sólo funciona si en realidad hay hombres violados dentro de ellas.
La cultura de la violación es que una de cada seis mujeres es abusada sexualmente durante su vida. La cultura de la violación es que ni siquiera se menciona que muchas mujeres son abusadas varias veces en sus vidas. La cultura de la violación es cómo la amenaza constante de abuso sexual altera el movimiento diario de las mujeres. La cultura de la violación es decirle a las niñas y mujeres que tengan cuidado sobre lo que visten, cómo lo visten, cómo se conducen, dónde caminan, cuándo caminan ahí, con quién caminan, en quién confían, qué hacen, dónde lo hacen, con quién lo hacen, qué beben, cuánto beben, si hacen contacto visual, si están solas, si están con un extraño, si están en grupo, si están en un grupo de extraños, si está oscuro, si el área es desconocida, si están cargando algo, cómo lo están cargando, qué tipo de zapatos usan en caso que deban correr, qué tipo de bolsa usan, qué joyería usan, qué hora son, qué calle es, qué ambiente es, con cuánta gente se han acostado, con qué tipo de gente se acuestan, quiénes son sus amigos, a quién le dan su número, quién está a su alrededor, quién está ahí cuando llega el repartidor, de tener un departamento donde vean quién llama a la puerta antes de que él las vea, revisar antes de abrirle la puerta al repartidor, de poseer un perro o un aparato que ladre, de tener una compañera de cuarto, de aprender defensa personal, de siempre estar alerta siempre prestar atención siempre cuidarse las espaldas estar atenta a los alrededores y nunca bajar la guardia por un instante si no quieres ser abusada sexualmente y si lo eres y no seguiste todas las reglas es tu culpa.
La cultura de la violación es culpar a la víctima. La cultura de la violación es un juez culpando a una niña de su propia violación. La cultura de la violación es un ministro culpando a sus víctimas infantiles. La cultura de la violación es acusar a un niño de disfrutar ser secuestrado, violado y torturado. La cultura de la violación es invertir enormes cantidades de tiempo para encontrar cualquier pretexto para culpar a la víctima de su propia violación.
La cultura de la violación son los jueces prohibiendo el uso de la palabra “violación” en la corte. La cultura de la violación son los medios utilizando eufemismos para el abuso sexual. La cultura de la violación son noticias sobre violación en la sección de “Noticias chuscas”.
La cultura de la violación es cargar a las víctimas con la prevención de la violación. La cultura de la violación es pensar que promover que las mujeres aprendan defensa personal es la única solución para prevenirla. La cultura de la violación es exhortar a las mujeres a que aprendan “sentido común” o “ser más responsables” o “ser conscientes de los riesgos en bares” o “evitar estos lugares” o que “no se vistan de esta forma”, y nunca exhortar a que los hombres no violen.
La cultura de la violación es que “nada” sea la respuesta más frecuente a la pregunta: ¿Qué te han enseñado sobre la violación?
La cultura de la violación son los niños de diez años que saben cómo violar.
La cultura de la violación es la idea de que sólo ciertas personas violan, y solo ciertas personas son violadas. La cultura de la violación es ignorar que el asunto con los violadores es que violan gente. Ellos violan a personas fuertes y personas débiles, personas inteligentes y personas tontas, personas que se defienden y personas que se someten para que termine pronto, personas promiscuas y personas recatadas, personas ricas y personas pobres, personas altas y personas bajas, personas gordas y personas flacas, personas invidentes y personas que puede ver, personas que no pueden escuchar y personas que escuchas, gente de todas las razas, formas, tamaños, habilidades y circunstancias.
La cultura de la violación es la narrativa de que las trabajadoras sexuales no pueden ser violadas. La cultura de la violación es la idea de que las esposas no pueden ser violadas. La cultura de la violación es que solo las chicas buenas pueden ser violadas.
La cultura de la violación es negarse a admitir que la única cosa que la víctima de todo violador tiene en común es mala suerte. La cultura de la violación es negarse a admitir que la única cosa que alguien puede hacer para evitar ser violada es nunca estar en el mismo cuarto que un violador. La cultura de la violación es evitar hablar de qué absurda es esa expectativa, ya que los violadores no se presentan así ni traen letreros ni brillan de color morado.
La cultura de la violación es que la gente que debería protegerte te viole. Como padres, profesores, doctores, ministros, policías, soldados o profesores de defensa personal.
La cultura de la violación es que nombren a un violador como parte de un panel federal que toma decisiones sobre la salud de las mujeres.
La cultura de la violación es legislar que las mujeres no pueden retirar el consentimiento una vez que el sexo ha comenzado.
La cultura de la violación es una comprensión colectiva sobre la clasificación de los violadores: El violador “normal” (cuyo crimen probablemente será desestimado con una especie de apología jocosa como “son cosas de hombres”) es el hombre que se impone a las mujeres atractivas, mujeres de su edad con buena salud y en forma, cuyo crimen es perturbadoramente comprensible para sus defensores masculinos. Los “verdaderos enfermos” son los hombres que atacan a los niños, o viejitas, discapacitados, víctimas de accidentes que convalecen en coma… El tipo de gente que no puede defenderse, cuya violación es difícil de imaginar excitante, a diferencia de la violación de “chicas bonitas”, tan fácil de imaginar en una fantasía de sexo forzado con gritos y retorcimientos hasta ceder ante el “halago” de ser violada.
La cultura de la violación es la insistencia de intentar distinguir entre distintos tipos de violación mediante el uso de términos como “violación gris” o “violación de cita”.
La cultura de la violación son las persistentes narrativas sobre la violación que existen a pesar de evidencia de lo contrario. La cultura de la violación es la persistente imagen de la violación por parte de un extraño, aunque las mujeres son tres veces más probablemente abusadas por alguien que conocen, y nueve veces más probablemente violadas en su propia casa, la casa de alguien a quien conocen o cualquier lugar que no sea la calle, lo que convierte a la “violación de cita” en el tipo más común de violación por mucho. La cultura de la violación es la persistente insistencia en que los reportes falsos son comunes, aunque son aún menos comunes (1.6%) que los reportes sobre falso robo de auto (2.6%). La cultura de la violación es la persistente afirmación de que las mujeres hacen acusaciones a diestra y siniestra, cuando el 61% de las violaciones no son reportadas.
La cultura de la violación es la persistente narrativa de que hay una forma “típica” de comportarse después de una violación, en vez de admitir que las respuestas a la violación son tan variadas como sus víctimas y que, inmediatamente después de una violación, algunas mujeres entran en shock; otras están lúcidas; algunas están enojadas; otras avergonzadas; unas estoicas; otras erráticas; unas quieren reportarlo; otras no; unas se manifestarán; algunas se encerrarán dentro de si mismas; unas llevarán vidas sexuales saludables; unas nunca más.
La cultura de la violación es la persistente narrativa de que a la víctima de violación que reporta se le cree inmediatamente y se le apoya muy bien, en vez de admitir que reportar una violación es una gran inversión personal, un proceso difícil que puede ser vergonzoso, doloroso, frustrante y demasiadas veces poco satisfactorio. La cultura de la violación es ignorar que hay poco incentivo de reportar una violación; es una terrible experiencia con muy poca probabilidad de que se haga justicia.
La cultura de la violación son los hospitales que no aplican pruebas de violación, los agentes de la ley incrédulos, los fiscales desmotivados, los jueces hostiles, los jurados que culpan a las víctimas y las sentencias insignificantes.
La cultura de la violación es el hecho de que mayores incidentes de violación tienden a correlacionarse con tasas de condena menores.
La cultura de la violación es el silencio sobre la violación en el discurso nacional y en las casas de las víctimas. La cultura de la violación es que sobrevivir una violación es algo de lo cual avergonzarse. La cultura de la violación son las familias desgarradas por las acusaciones de violación que no son creídas o se ignoran o se hunden hasta el fondo de un profundo y oscuro océano en una bóveda de hierro de secreto y silencio.
La cultura de la violación es la objetificación de la mujer, que es parte de un proceso de deshumanización que convierte al consentimiento en irrelevante. La cultura de la violación es tratar los cuerpos de las mujeres como propiedad pública. La cultura de la violación es el acoso callejero y el manoseo en el transporte público, y comparar el cuerpo violado de las mujeres con un hombre cuyos objetos de valor cuelgan fuera de sus bolsillos. La cultura de la violación es que los hombres estén tan alejados de la amenaza de violación que imaginar que les roben algún objeto evidentemente es lo más cercano que muchos pueden imaginarse a ser abusados sexualmente.
La cultura de la violación es tratar a chicas de trece años como trofeos para hombres considerados grandes artistas.
La cultura de la violación es ignorar la forma en como los ambientes profesionales que tratan el acceso sexual a subordinadas como derecho de los hombres exitosos pueden ser coercitivos y comprometer el consentimiento.
La cultura de la violación es que un violador convicto reciba una ovación de pie en Cannes, un cameo en una película exitosa y el resurgimiento de su carrera para que pueda bromear sobre cómo odia cuando la gente sale lastimada.
La cultura de la violación es que organizar peleas de perros genere más indignación que violar a una mujer.
La cultura de la violación son las líneas borrosas entre persistencia y coerción. La cultura de la violación es tratar la capacidad disminuida para consentir como el camino natural para la actividad sexual.
La cultura de la violación es fingir que los abusos sexuales no físicos, como espiar a una mujer, no están relacionados para nada con los brutales abusos físicos, en vez de verlos como una continuación del abuso sexual.
La cultura de la violación es minimizar la gravedad de cualquier abuso, intento de abuso, o cultura de coerción real o potencial en cualquier forma.
La cultura de la violación es utilizar la palabra “violación” para describir algo que te sucede aparte de ser forzado a un acto sexual. La cultura de la violación es decir cosas como “Ese cajero automático me violó con su tarifa” o “Hacienda me violó con mis impuestos”.
La cultura de la violación es la violación utilizada como entretenimiento, en películas y programas de televisión y libros y videojuegos.
La cultura de la violación son los programas de televisión que dejan fuera la violación fuera de situaciones donde estaría presente como amenaza significativa en la vida real.
La cultura de la violación es Amazon ofreciéndote “productos de violación”.
La cultura de la violación son los chistes sobre violación. La cultura de la violación son chistes de violación en camisetas, en periódicos de universidades, en videos caseros de soldados, en la radio, en noticieros, en revistas, en videos virales, en promociones para películas infantiles, en la página seis del New York Post, en las caricaturas del periódico, en programas de televisión, en campañas políticas, en Halloween, en contenido en línea de personas famosas, en contenido en línea de personas no famosas, en encabezados noticiosos, en escenarios de clubes nocturnos, en política, en monólogos de mujeres, en campañas publicitarias, en películas, en caricaturas, en clubes nocturnos, en MTV, en show nocturnos de televisión, en tatuajes, en stand-up comedy, en sitios web, en ceremonias de premiación, en concursos en línea, en cortos para películas, en los costados de autobuses, en instituciones culturales…
La cultura de la violación es la gente quejándose que las víctimas son demasiado sensibles, en vez de quejarse de que los perpetradores no son lo suficientemente sensibles.
La cultura de la violación es la miríada de formas en que la violación tácita y abiertamente se fomenta y alienta, saturando cada esquina de nuestra cultura tan a fondo que la gente con dificultad puede comprender fácilmente lo que en realidad es la cultura de la violación.
Esto difícilmente abarca todo. Tan solo es la punta de un inimaginable iceberg.